Imagina que tengas una empresa muy rentable y que un día, debido a la lejanía, ya no puedas supervisar lo que está pasando con ella, o que de pronto, tus productos queden a la buena de Dios porque el país en el que están tus fábricas entró en un conflicto bélico.
Ese fue el panorama que vivieron durante la pandemia por el COVID los empresarios de las cientos de transnacionales cuyas plantas y fábricas se encontraban instaladas en países como China, India y Taiwán.
El modelo de negocios que hasta entonces habían usado era el del Offshoring, que, para explicarte brevemente, es una estrategia comercial con la que algunos países atrajeron la atención de miles de empresas alrededor del mundo, con la intención de que sus plantas y fábricas se ubicaran en esas naciones que ofrecían, entre sus múltiples beneficios, mano de obra calificada y con menor coste.
Mayor cercanía, mayor garantía
Cuando las grandes corporaciones del mundo se dieron cuenta del problema que generó su dependencia de sub-empresas geográficamente tan distantes, que, además, debido a las restricciones sanitarias, no podían cumplir con las entregas o que subieron excesivamente los costos de traslado, analizaron las pérdidas y tomaron acciones contundentes.
Y es que, para países como Estados Unidos, por ejemplo, lo ocurrido en pandemia se convirtió incluso en un asunto de seguridad nacional.
Que escasearan productos de alimentación como, por ejemplo, fórmulas para bebé, hizo que se replantearan los escenarios y entendieran que, definitivamente, no podían depender de países tan lejanos para que su población consumiera algún tipo de producto.
Así nació el Nearshoring, una estrategia comercial que permite a las corporaciones del mundo, ubicar sus plantas industriales en países con ubicaciones cercanas y estratégicas que garanticen no solo sus inventarios sino, su pronto traslado.
De esta manera, las grandes trasnacionales, así como las medianas empresas, no dependen de una sola planta para la fabricación de sus productos.
A esto además se le suman los beneficios que obtienen al trabajar en países con husos horarios, idiomas e incluso, tradiciones culturales similares.
Esta relocalización de operaciones no solo trae beneficios para estas corporaciones, sino que, los países receptores de esa inversión garantizan una evolución inmediata de sus economías.
México, hasta el momento, puntea como el país más atractivo para esta redefinición del comercio global, así que, si eres de los interesados en engancharte a esta nueva tendencia, es recomendable que te comuniques con quienes desde ya pueden ofrecerte asesoría, estrategia y experiencia y el equipo de Asp Mexicana, ubicados en la Región Centro Oriental del país azteca, es una opción segura y confiable que tiene la capacidad de apoyarte en esta transición.