En el último año, el notable aumento en las exportaciones de acero desde México hacia Estados Unidos ha generado tensiones entre ambas naciones y ha elevado preocupaciones en el ámbito industrial y económico.
Durante la tercera reunión de la Comisión de Libre Comercio del T-MEC, representantes clave como Jayme White, el Representante Comercial Adjunto de Estados Unidos, y Alejandro Encinas, subsecretario de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía (SE) de México, expresaron inquietud respecto al incremento en los envíos de acero y aluminio provenientes de México hacia su vecino del norte.
La reunión, que tuvo lugar en Cancún, se centró en este aumento de las exportaciones de acero y aluminio, lo que revitalizó las preocupaciones que ya habían surgido en febrero de 2022, ocasión en la que los legisladores estadounidenses habían expresado su alarma ante la USTR debido al sorprendente incremento en las exportaciones mexicanas.
Estas inquietudes llevaron a la solicitud de consultas bajo el acuerdo de la Declaración Conjunta de 2019 entre ambas naciones sobre los Aranceles de la Sección 232 que involucran a estos metales.
El aumento de las importaciones de acero y su correlato con la pérdida de empleos en Estados Unidos fue una preocupación central de los legisladores en 2022 al igual que en esta última reunión.
Las compras de acero mexicano habían experimentado un incremento del 73% durante el año, lo que impactó directamente en la economía estadounidense. Ante esta situación, México ha respondido de manera comprometida y con la firme intención de preservar un comercio justo y equitativo.
La respuesta de México ha sido contundente pues asumió la responsabilidad de intensificar la supervisión de las importaciones nacionales de acero y aluminio con el objetivo de evitar que estos materiales ingresen al mercado estadounidense a través de métodos de triangulación, lo cual podría servir de ayuda debido a la sobreproducción de acero en naciones asiáticas, como China.
Sobre esto, hay que recordar que esa situación en China es resultado de su rápido crecimiento económico, la alta demanda de infraestructura y posteriormente, la desaceleración económica que ha dejado un superávit en el mercado global, afectando los precios y la industria mundial del acero.
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